Un año lleno de contrastes: por un lado, viviendo temperaturas bajo cero, pocas horas de sol en el invierno y, cómo no, un confinamiento provocado por una pandemia; y, por otro lado, disfrutando de viajes inolvidables, empapándome de lo que realmente es el multiculturalismo y descubriendo el significado de lo que es la solidaridad. Pero en pocas palabras, esta ha sido la experiencia de mi vida.

Y si de nuevo tuviera que resumir esta experiencia, pero esta vez con un sustantivo, escogería la palabra oportunidad. Ha sido la primera oportunidad que he tenido de sumergirme en el mundo laboral a través de un voluntariado, cosa que me ha permitido coger experiencia, saber qué es lo que quiero hacer y cómo quiero trabajar en un futuro como tal.

Ha sido también una oportunidad para mejorar mi bagaje en otro idioma, en mi caso, en el alemán. Una oportunidad para conocer otra parte de Europa, a parte de la facilidad que uno tiene para desplazarse por el continente desde un punto tan céntrico como lo es Viena.

De nuevo, este voluntariado me ha brindado la oportunidad de conocer a gente de todo el mundo, de abrir horizontes y establecer conexiones con personas del mundo que nunca jamás habría siquiera imaginado.

Y, por último, y más a nivel personal, ha sido una oportunidad para llegarme a conocer a mí mismo y descubrir, en definitiva, qué quiero hacer con mi vida.

Volvería a vivir una experiencia así mil y un veces. No tengo sino palabras de agradecimiento a cada una de las personas que ha hecho todo esto posible y que me ha ayudado. Solo me queda desearle a cualquier persona que se plantee cambiar de aires, que no se lo piense dos veces, y decida hacer un voluntariado europeo como este.