MI EXPERIENCIA EN TURQUÍA
Me he decidido a compartir mi experiencia voluntariado europeo veterinarios pues al quedarme un mes para acabar mi SVE es el momento objetivo para hacer balance.
He tenido la gran suerte de vivir durante cinco meses en una pequeña ciudad costera turca del mar Negro, Sinop, el lugar más al norte del país. Aquí mi proyecto es como veterinaria en la protectora municipal, donde he realizado operaciones en solitario desde el primer día a pesar de no tener experiencia previa.
Soy muy feliz, pues siento que estoy siendo útil evitando el sobre crecimiento de la población de animales callejeros, así como la armónica atmósfera que me rodea donde trabajadores, amigos, voluntarios y personas de la asociación se han convertido en mi pequeña familia turca. La diversidad de culturas, nacionalidades o edad de la gente que he conocido no han hecho más que enriquecer ese momento vivido.
Durante este tiempo no he dejado de aprender y hacer actividades nuevas cada día, como karate, viajar en globo o cirugías, pero sobre todo viajar dentro y fuera del país. Estos viajes me han hecho descubrir la generosidad del pueblo turco, característica que me ha hecho enamorarme de su tierra y gente. Turquía es un país de diversidad, historia y riqueza cultural, belleza de paisajes, deliciosa comida y amabilidad de la población, que a pesar de su delicada situación actual no dudo en animar a visitar.
Cuando en la vida se toma una decisión como ésta, la de vivir una experiencia de este calibre, surge siempre el miedo del arrepentimiento. En mi caso este sentimiento no ha aparecido y sé que no lo hará pues este viaje, este proyecto, me ha hecho crecer a nivel profesional y personal, me ha salvado de la perdición emocional que surge cuando no sabes cuál es tu camino tras la universidad. No soy la misma que tomó aquel avión un 12 de octubre de 2016, y el único miedo que me acecha ahora es que mi pieza no vuelva a encajar en el puzle que me espera en casa.
Escrito por Carla, voluntaria europea en Turquía
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