Primer día en Vranje (Serbia) de Alba González Cordero

Ayer llegué a Vranje, una pequeña ciudad en el sur de Serbia. Tras un largo viaje cruzando Europa, pero con muchas ganas llegué a esta ciudad con muchas inquietudes. El camino se hizo largo no sólo por la distancia sino también por las ganas de llegar. Durante el trayecto pude hacerme una pequeña idea de dónde me estaba metiendo. El paisaje a lo largo de la carretera parecía conocido. Tiene ese carácter rural que hace que te sientas como en casa. La vida parece detenida en sus parajes. La calma reina el lugar que sin embargo está lleno de gran vitalidad interior. En la estación me recibe mi tutor y mis compañeros de voluntariado y empiezan a contarme todo tipo de curiosidades sobre la vida que me voy a tener en estos nueve meses. Después de ver la casa en la que me alojaré nos vamos a comer uno de los locales típicos de Serbia llamados kafanas. Los platos tradicionales están compuestos por carne bastante especiada, pero riquísima. Después de comer volvemos a casa a preparar una pequeña fiesta de recibimiento para mi y de despedida para otro voluntario. Mi primera impresión de la gente de Vranje es que son muy abiertos e intentan hacerte sentir bien en todo momento. Y así me deshice del prejuicio de pensar que son gente cerrada. Es uno de los motivos por los que me gusta viajar. Otro es conocer gente de diferentes lugares y sus culturas. Mis compañeros son de Francia y Holanda y me han contado muchas cosas sobre las diferentes costumbres y sobre todo sobre las costumbres de la ciudad en la que voy a vivir hasta julio.