Tere! (¡Hola!, en Estonio)
Mi nombre es David, tengo 26 años y soy voluntario europeo (SVE) en Estonia, más concretamente en la ciudad de Kuressaare, en la isla de Saaremaa. Voy a hacer un resumen de mi experiencia hasta la fecha.
Llevo más de 7 meses viviendo aquí y todavía me quedan casi 5 para completar mi estancia de un año, que es la duración de mi proyecto. Colaboro en el centro joven de la ciudad, un espacio para todos los jóvenes que quieran buscar una actividad de ocio alternativa y donde contribuyo con mis propias ideas y proyectos.
La vida en Estonia es muy tranquila. Aunque el número de habitantes es pequeño para tanto territorio, hay eventos constantemente en las principales ciudades. Además, si te gusta el contacto con la naturaleza, como a mí, Estonia es el sitio perfecto para disfrutar de ella porque está llena de bosques y espacios verdes.
Tu vida cambia, a menudo bastante, cuando participas en un voluntariado europeo.
Primeramente, en tu mente se rompen todos los estereotipos que tenías sobre el país de acogida. Segundo, creces y te desarrollas como persona tan rápidamente y en un espacio de tiempo tan breve que te asombra enormemente. El resto de puntos a enumerar vienen dados por la cantidad de experiencias que vives. Incluso cuando crees que tu vida diaria empieza a ser rutina, el hecho de vivir en otra cultura te abre nuevos caminos por descubrir día tras día.
Supongo que todos los que nos animamos a realizar un SVE nos impulsan las mismas razones o al menos compartimos la mayoría de ellas. Este tipo de proyectos te ofrecen viajar, conocer gente, aprender idiomas, etc., y además, te permiten dejar una huella importante en el propio proyecto. Si estás leyendo estas líneas con intención de realizar un SVE, te sugiero que elijas un proyecto que te guste, de este modo tu experiencia aún será mejor.
En resumen, para mí este está siendo uno de los mejores años de mi vida, ¡y todavía me quedan experiencias por vivir! Este proyecto me está ofreciendo tantas nuevas vivencias como estoy dispuesto a aceptar así que seguiré con la mente abierta y manteniendo el espíritu aventurero con el que llegué a Estonia.
¡Nos vemos en algún lugar del mundo!
¡Head aega!
Escrito por David Santos, voluntario europeo en Estonia
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