Durante el último año he estado desarrollando un proyecto de voluntariado dentro del marco del ESC en Sandviken, Suecia, con la organización Rapatac, un centro de actividades para niños y jóvenes. El objetivo de Rapatac es proporcionar un crecimiento seguro y significativo para niños y jóvenes proporcionándoles actividades de ocio estimulantes, actividades deportivas, ofreciendo ayuda con las tareas escolares y ayudándoles a desarrollar la capacidad de asumir la responsabilidad de sus acciones. Mis tareas como voluntaria han consistido en liderar actividades tanto planeadas como espontáneas con los niños que acuden al centro de actividades Rapatac. Dentro de las actividades planeadas, semanalmente he liderado dos actividades deportivas para dos grupos de edad, junto con otra voluntaria: Gympa (6 a 9 años) y Olympiska (10+ años). En ambas, el objetivo ha sido que los niños se muevan y gasten energía a través de deportes de interior y de diferentes juegos activos, tanto compitiendo por equipos como con juegos cooperativos. Mediante estos juegos hemos favorecido las relaciones sociales y promovido valores positivos. Además, he llevado a cabo la actividad de Hemkunskap, en la que, de manera rotativa con dos niños distintos cada semana, he horneado brownies en la cocina del centro. En esta actividad he fortalecido la comprensión lectora al seguir una receta paso a paso, así como la responsabilidad y la paciencia, dado que hay que procurar que nada se queme, limpiar después y esperar el tiempo de horneado, aprendiendo que el esfuerzo lleva su tiempo. En cuanto a las actividades espontáneas, estas han consistido en leer con los niños, dado que la lectura es un pilar fundamental en Rapatac, jugar con ellos a juegos de cartas y de mesa, entre otros. Otro de mis cometidos también ha sido ser un buen ejemplo a seguir para los niños y jóvenes, así como promover valores de respeto, tolerancia e igualdad en Rapatac. Respecto a lo que me llevó a hacer un voluntariado, hice mi Erasmus en Estocolmo y, al terminar la universidad, quise volver a vivir una experiencia única en el extranjero. Tenía claro que quería regresar a un país nórdico y tuve mucha suerte al poder volver a Suècia, un país del que guardaba un recuerdo muy especial. Esta vez, al estar en una ciudad pequeña y en contacto diario con gente sueca, he podido conocer la cultura y la sociedad sueca de forma mucho más profunda. Me he integrado en la comunidad local colaborando con colegas y otras voluntarias, estableciendo relaciones con los niños y jóvenes, y también gracias a haber entrenado en un equipo local de balonmano. Una de las cosas que más valoro de este año ha sido la posibilidad de aprender el idioma. Ya tenía nociones básicas de sueco, pero gracias al proyecto de voluntariado y a las lecciones de sueco que hemos recibido, además del empeño que yo le he puesto, ahora puedo decir que soy capaz de seguir una conversación y entiendo prácticamente todo, aunque hablar sueco por mi cuenta aún sea un reto. Para mí, este proyecto ha sido la primera vez que compartía piso, lo cual supuso un gran reto, sobre todo al principio, ya que entre los cuatro voluntarios del proyecto había uno que deterioró gravemente la convivencia. Los primeros meses fueron muy duros, dado que éramos las mismas cuatro personas juntas todo el día, tanto en el trabajo en Rapatac como en casa, sin apenas un respiro en una coexistencia que no funcionaba. La situación llegó a ser muy tensa. Por suerte, con el paso del tiempo y hablando del problema, encontramos una solución y aprendimos a convivir, a comprendernos y a apoyarnos mutuamente.
Considero que he tenido muchísima suerte con mis dos otras compañeras, con quienes he hecho una gran amistad. Todas las personas con las que he compartido esta etapa de mi vida forman otra parte del voluntariado que valoro enormemente. He aprendido mucho de todas ellas y de los retos que hemos superado juntas.