Desde el punto de vista social, Suecia tiene muchas ayudas que facilitan la inmigración; sin embargo, ¿tiene proyectos que ayuden a estas personas a adaptarse al país? Gracias a mi organización de acogida, he conocido el problema de la inmigración en los países europeos.
Al final de esta experiencia, soy más consciente de la realidad de una familia que emigra y de las dificultades que tienen varias generaciones para adaptarse al país de acogida.
La inmigración en Europa aumenta cada día. Es crucial concienciar a las distintas generaciones sobre la tolerancia, la aceptación, los derechos humanos y el respeto a otras culturas, ideologías y razas.
Este año en Suecia me ha hecho valorar la importancia de estas organizaciones y su apoyo dentro de la comunidad, así como tomar conciencia de cómo mejorar esta situación en España.
Poco a poco estamos viendo como aumenta el odio y el rechazo hacia los inmigrantes. Como sociedad europea, debemos rechazar cualquier ley o política que prohíba los movimientos migratorios; facilitar la adaptación cultural; las ayudas económicas; y, sobre todo, la educación basada en valores como la extroversión, la curiosidad por lo desconocido, el aumento del conocimiento, la diversidad cultural, el aprendizaje de otros idiomas, el respeto y la empatía.
Tras mi regreso a España, puedo compartir mis conocimientos adquiridos en el trabajo con niños, adolescentes y personas de diferentes culturas.
Durante mi tiempo en la organización, he aportado nuevas ideas y proyectos, especialmente desde el punto de vista de la comunicación. Encargada de las redes sociales y las actividades de vídeo, he desarrollado diferentes proyectos informativos con los niños para promover la publicidad
de la organización en Internet.
Además, he tenido la oportunidad de crear y poner en marcha, desde cero, un taller de verano con chicas adolescentes. En este proyecto, trabajamos las emociones, los problemas de la adolescencia, la escuela, la familia y los amigos, las redes sociales, los cambios corporales, etc.
Conocer y trabajar con personas de diferentes países y culturas me ha permitido aprender diferentes formas de vivir, de ver las cosas, de entender el mundo, la política, la economía y la sociedad.
He aprendido a expresar mis pensamientos e ideologías y a dar argumentos y debates en inglés.
Vivir sola me ha ayudado a practicar el pensamiento matemático y lógico a la hora de resolver problemas. Desde principios de año, me he encontrado con diversos problemas médicos y burocráticos, en los que he experimentado miedo y ansiedad al estar sola en Suecia. Sin embargo, con los conocimientos, la experiencia y la ayuda de algunos compañeros de trabajo, los he resuelto y he aprendido de ellos. En la actualidad, puedo resolver cualquier problema que se me presente, saber a dónde dirigirme o qué pasos dar para solucionarlo de la mejor manera posible.
Cuando te vas a vivir a otro país, pasas por un periodo de adaptación, en el que todo tu organismo moviliza sus recursos (biológicos, emocionales y psicológicos) para adaptarse a esta nueva realidad. No es un proceso fácil; pasas por muchas situaciones de soledad, estrés, tristeza, alegría y emoción. Sin embargo, llega un momento en que aprendes que cada situación, emoción y pensamiento tiene un significado.
Escribir mis emociones, lo que me pasaba y cómo actuaba no sólo me ayudó en ese momento como una liberación. Dos semanas después de mi estancia en Suecia, este diario me permite ser consciente de todo lo que he vivido, los cambios que he experimentado, los métodos de
resolución de problemas y la madurez adquirida. Es una forma de ser consciente de la gran oportunidad que he tenido de vivir esta experiencia.
Gracias a estas reflexiones, soy más consciente de quién soy, de lo que quiero, de mis valores y pensamientos, y de lo que deseo en el presente.
La sociedad sueca se vende como una de las mejores sociedades para vivir. La libertad de expresión, la alta tolerancia y la aceptación la caracterizan. Tienen un estilo de vida independiente e individualista en el que se promueve prematuramente la emancipación de los hijos.
Desde el punto de vista social, es una sociedad que busca el bienestar de la comunidad, por lo que se invierten altos impuestos para mejorar la educación, generar espacios seguros y contribuir al desarrollo personal y grupal.
Estamos ante una sociedad vista desde fuera como fría, introvertida y hermética; sin embargo, tras un año de inmersión en la cultura sueca, he podido experimentar todo lo contrario.
Dentro de ese caparazón, encontramos una sociedad muy educada, abierta a conocer otras culturas, ayudar y compartir momentos con los demás.
He encontrado muchas diferencias respecto a mi país de origen (España), en las que el clima influye significativamente.
El clima hace que la forma de socializar sea diferente, lo que me ha supuesto un reto asumir.
Los inviernos fríos y oscuros te obligan a realizar otras actividades de ocio que te permiten conocer más profundamente a los demás (comidas o cenas con amigos y familiares, fika con compañeros de trabajo).
Al mismo tiempo, he podido conocer de cerca la mentalidad y la cultura de países africanos y
asiáticos, algo con lo que no había tenido mucho contacto, especialmente con la cultura musulmana.
Además, convivir con otras personas de diferentes nacionalidades y viajar por distintas partes de Europa he ampliado mis conocimientos sobre cómo vivir, pensar y actuar en sociedad.