Mis experiencias voluntariado Ecuador transcurrieron entre el 21 de Julio y el 11 de Agosto. En estas tres semanas tuve la oportunidad de trabajar con la asociación local, que desarrolla varios proyectos y yo colaboré en dos de ellos que voy a describir a continuación:
– Por las mañanas acudía a una guardería donde había niños de 1 a 3 años. En mi caso trabajaba con el grupo de los más pequeños (de 12 a 18 meses). Había que acompañarlos y ayudarles a comer en las horas del desayuno y el almuerzo, jugar y cantar con ellos en su aula o el parque del centro, ver episodios de dibujos animados, cambiarlos, acompañarlos al baño y acostarlos para la siesta.
– Después de mi almuerzo me desplazaba a una Casa Familia, donde vivían niños y adolescentes ecuatorianos de acogida con una educadora que se ocupaba de ellos. En principio tenía que ayudarles si tenían problemas con las tareas escolares. Pero en las fechas que yo estuve ya se habían examinado de todo y estaban de vacaciones escolares. Solíamos jugar a juegos en el patio de la casa.
Ambas experiencias han sido gratificantes y en mi caso la más novedosa ha sido trabajar en la guardería ya que, aunque me dedico a la enseñanza, en mi caso trabajo con adolescentes y nunca antes había trabajado con niños tan pequeños. Al estar con ellos te das cuenta que no requieren grandes conocimientos académicos, pero aprender rutinas y formas de comportarse.
En cuanto a la experiencia cultural, he tenido la oportunidad de conocer bastantes partes de Quito, que es una ciudad enorme pero enclavada entre montañas y volcanes y le aportan una geografía muy particular con muchas colinas, miradores, un teleférico, etc.
También visité varias de sus impresionantes iglesias y su centro histórico colonial, uno de los mejores conservados en América Latina. Además, tuve la suerte de estar allí durante sus fiestas nacionales, donde organizaron espectáculos de luces en los edificios más emblemáticos y música tradicional en directo en sus plazas. Uno de los días realicé una excursión a un pueblo cercano con el mercado artesanal más grande de América y en el que sus vendedores y artesanos eran los indígenas de la zona.
Esta experiencia me ha servido para ver modos de vida muy distintos a los que tenemos en Europa, probar diferentes comidas y sabores y acabar con ciertos estereotipos que todos tenemos sobre los países de América Latina y ver que cada país y región confiere a sus ciudadanos una personalidad y forma de ser diferentes.
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