Después de un año entero en Letonia, ha llegado el momento de terminar todas las tareas pendientes, hacer la maleta y decir adiós.
Mi experiencia EVS ha llegado a su fin, y mirando hacia atrás todavía me sorprende ver lo intenso que ha sido este viaje. Mucho más de lo que
jamás habría esperado.
En este voluntariado he tenido una cantidad tremenda de nuevas experiencias, lecciones y oportunidades para mi crecimiento personal. Diría que ha sido el año en el que más he crecido en toda mi vida; no solo por las actividades que he desarrollado en mi organización, sino también por la vida fuera del voluntariado.
Como me gusta llamarlo, ha sido “salir de mi burbuja”, una expansión dramática de mi zona de confort, y un ejercicio de crecimiento increíblemente desafiante a la vez gratificante.
Diría que una de las grandes lecciones de este año ha sido aprender por mi misma. Todas las personas que he conocido y todas las situaciones que he vivido me han enseñado algo, pero he descubierto que depende exclusivamente de mi el abrir mi mente y mi corazón a esos
aprendizajes.
He aprendido a hacerlo, a ser más abierta, a no estar todo el rato controlando las cosas, y a escuchar y entender la perspectiva de los demás.
También he tenido la oportunidad de probar muchas cosas nuevas, como por ejemplo hacer artes marciales, tiro con arco, correr, hacer coaching, sobrevivir a cuatro ruedas con patines, escribir libros y poemas en otro idioma, bailar danzas tradicionales letonas, cantar en público, viajar sola a otros países, ver una obra de ballet y asistir a un partido de hockey.
Me he enfrentado a mis miedos de hablar con desconocidos, tener conversaciones telefónicas en inglés, y liderar una actividad sin un plan. He experimentado lo que es estar a 20 grados bajo cero, caminar entre caballos salvajes en parques nacionales, improvisar en eventos, cocinar comida de tres países distintos en una cocina sin apenas electricidad, y abrir mi corazón a otras personas sin preocuparme por si saldrá bien o no.
He descubierto cuáles son mis pasiones, y hacia dónde quiero ir en el próximo capítulo de mi vida.
He aprendido a lidiar con altibajos. Con la soledad. Conmigo misma. He aprendido a confiar en mi instinto. A confiar en mí misma. A confiar en el poder de la actitud y de la gratitud.
Y, más importante todavía, he aprendido que ser feliz, igual que estar sano, es una decisión personal.
Estoy lista para seguir mi viaje.
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