El pasado mes de agosto, Szaporca (Hungría) reunió a 35 jóvenes procedentes de Reino Unido, Eslovaquia, Bulgaria, Hungría y España, para hacernos reflexionar acerca de la cuestión desde un aspecto tanto individual como colectivo, y de cada región.
“Agradezco la oportunidad brindada al grupo de jóvenes españoles que pudieron vivir la experiencia Less Food Loss en un pueblo tan singular como Szaporca. Sin duda, los momentos compartidos quedan guardados en las memorias de muchos de una forma muy especial y el aprendizaje en relación al desperdicio de alimento ya ha pasado a las acciones del día a día de muchos. Guardar el contacto con las personas con las que compartimos esos días de proyecto, es solo una pequeña muestra de la conexión que experimentamos y la experiencia que supuso para todos nosotros formar parte de aquello”
El planteamiento era concienciar sobre la cantidad de alimentos que se desperdician en los hogares. Según un artículo publicado el 11 de agosto de 2019 por el periódico EL PAÍS, España tiró en el pasado año 1300 millones de kg/l a la basura, un 8.9% más que el año anterior. Podríamos unir a este hecho, la cantidad de alimentos desperdiciados por parte de los supermercados considerándose ‘no aptos para consumo’ por tener medidas distintas a las establecidas según los cánones exigidos por el marketing o por no ser aparentemente ‘atractivos’ a la vista del consumidor.
Así como un modelo de vida, en general, consumista y llegando a “caprichoso”, que hace que compremos más de lo que necesitamos, lo cual conlleva a un mayor desperdicio.
Tras un análisis de la realidad en cada país, se ofreció espacio a una reflexión en la que, dependiendo de dónde vivamos, la comida sobrante puede tener diferentes fines: un uso en compost (opción más favorable, pero menos usual), en energía a través de una digestión anaeróbica o en vertederos (donde se debe tratar el biogás producido por la descomposición de la materia orgánica; opción más contaminante; pero más empleada en España).
¿Cómo reducir el desperdicio de comida?
Uno de los ejemplos que se mostró, en el caso de España fue la aplicación “Too Good To Go” a través de la cual los restaurantes venden a un precio reducido aquellos alimentos que al final del día no han podido vender y por tanto van a tirar.
“A día de hoy , varios de nosotros usamos esta app porque es una forma de reducir el desperdicio de comida y una opción más económica. Personalmente, en mi día a día intento que quienes me rodean se conciencien sobre cuánta comida tiramos y sobre la pérdida de recursos que esto supone. También a partir del proyecto estoy intentando hacer compost y comer de una forma “más sostenible” por ejemplo, comprando frutas y verduras locales y sobre todo “real food” Rocio d.a.
“Todo ello contribuyó a unas semanas de aprendizaje y diversión que, acompañados de personas de diversa procedencia y costumbres, nos hicieron más conscientes de la problemática del desperdicio de alimento mientras pasamos un buen rato con personas que se han convertido en nuestros amigos. Así mismo, la organización de destino estuvo super pendiente de cubrir nuestras necesidades y darnos el conocimiento necesario para que, poco a poco y desde nuestro ámbito de acción, seamos parte activa en la reducción de la cantidad de alimento que desperdiciamos.” Claudia
La asociación Vidéken Jó Alapítvány, ofreció a los participantes la posibilidad de conocer el ciclo de los alimentos, de visitar dos diferentes granjas de cerdos y ganado de la zona, adentrarse en los talleres de queso y aceite locales o ver de cerca el proceso de producción de las hortalizas.
“Creo que hablo a nivel grupal cuando digo que hemos hecho amistades más allá del compañerismo del propio proyecto. El grupo español ha sido como una gran familia pero no solo entre nosotras sino con más personas como es el grupo británico y el búlgaro. De hecho, mi mayor inspiración en este proyecto fue la necesidad de un cambio en mi vida y, aunque no dispongo de un huerto donde poder plantar mis propios alimentos, sí he cambiado mis rutinas en la vida cotidiana a través del secado de alimentos, especialmente del tomate que me encanta y la conservación de frutas a través de confituras. Por otro lado, los documentales y, sobre todo, la visita a la granja de cerdos me dio el último empujón para cambiar mi estilo de vida al vegetarianismo, el cual llevo con gusto desde entonces” – Julia H.
Teniendo también la oportunidad de acercarnos a cómo se gestionan estas diferentes cuestiones en una gran cadena de supermercados como es TESCO; desde poder presenciar la selección de productos para la venta hasta el fin de proceso con los productos sobrantes, y seleccionar los productos a donar al banco de alimentos, visitando a su vez el pueblo al que se dirige la comida sobrante, y ver in situ la selección y el motivo de las cantidades de comida correspondientes a cada familia.
“Durante la estancia en Szaporca pudimos aprender el proceso de la elaboración de productos con talleres que fueron impartidos por profesionales de las diversas temáticas. En el de panadería, uno de los más reconocidos panaderos húngaros nos enseñó las mejores recetas de pan para poder hacer en casa; a su vez hicimos un taller de hacer pasta donde disfrutamos tanto elaborando como comiéndola, aprendimos a preparar las mejores mermeladas típicas de la región , y unos snacks de fruta o verdura seca.” Julia G.
“Unas semanas antes de nuestro voluntariado en Hungría, nos habíamos podido poner en contacto con los demás españoles, lo que al principio fue útil para a organizar nuestro viaje. Muchos de nosotros ya tenemos experiencias previas con algún tipo de voluntariado, y en mi caso, no suelo coincidir con muchos españoles, entonces al principio me preocupó un poco que esto nos hiciera difícil relacionarnos con los demás países, pero al final descubrí que no tiene por qué ser así. Convivir en una casa con doce personas une mucho y fue algo que, aunque el primer día nos preocupaba, al pensar que no sabíamos donde nos habíamos metido, terminó siendo lo mejor del programa. El pueblo, Szaporca, era muy cómodo para vivir y nos era muy fácil visitarnos unos a otros en los ratos libres, incluso entre pueblos vecinos. Vivir en plena naturaleza durante dos semanas, pero trabajando en temas que realmente importan en las ciudades, es para mí, después de haberlo vivido, algo que marca y que llega al objetivo de dejar huella en los participantes. Creo que las personas que participan en este tipo de proyectos tienen mucho que aportar al mundo y que un joven europeo se anime a formar parte de algo así es seguro una forma de aprender y de cambiar siempre a mejor, sumando el valor añadido de que después pueda transmitir lo vivido en otros entornos.” Victoria
«Si tuviese que definir la experiencia en Hungría sería con la frase: «Actúa localmente, piensa globalmente» ya que las dos semanas que hemos vivido rodeados de naturaleza y ciudadanos de la zona rural húngara nos ha hecho abrir
nuestra mente hacia una rutina más sana en la que el primer factor para decidir lo que comemos es el preguntarnos de dónde viene aquello que consumimos. Less Food Loss es un golpe de realidad que te hace replantearte tu estilo de vida y pretende re-educarte en hábitos más saludables tanto para el entorno como para ti mismo a través de distintos talleres ( visitas a granjas locales, productores de queso, políticas del derroche de alimentos de supermercados como Tesco…) acompañados siempre de debates en los que todos podemos aportar nuestro granito de arena y llegar a una conclusión cuanto menos satisfactoria.
En cuanto a la organización: siempre nos encontrábamos con diversos planes para conocer mejor el lugar, la cultura húngara y a nuestros compañeros mediante noches culturales de cada país. Sólo tengo buenos recuerdos y palabras de mi aventura en Szaporca, al mismo tiempo que muchas ganas de poder compartir y exportar los conocimientos y habilidades adquiridas durante aquellas dos semanas de verano en las que pude ser más consecuente con mis actos y tener más motivos para consumir de manera racional los productos que se me presentan.» Rocío H.“2 meses después, creo que solicitar la plaza para este proyecto fue una de las mejores cosas que he hecho este verano. Me ha ofrecido la oportunidad de conocer gente increíble y maravillosa, con la que aún mantengo el contacto. Y los conocimientos recibidos, lo he intentado adaptar en mi día a día, enseñando a mi entorno familiar, y me ha servido para enlazarlo desde una nueva perspectiva en mis estudios de Educación Social.” Ark
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