Tras finalizar su voluntariado en un centro de arte contemporáneo en Austria, Ana nos ha contado cómo ha vivido esta experiencia gracias al Cuerpo Europeo de Solidaridad.
Voluntariado en un centro de arte
Después de un año en Austria vuelvo por unas semanas a España echando ya de menos los dulces hechos con semillas de amapola, los lagos y caminos de senderismo impresionantes que ni siquiera aparecen en las guías porque “son sólo uno más” y, extrañamente, también el alemán, el poder practicarlo y mejorar cada día aunque nunca dejase de tener la sensación de expresarme con la misma fluidez que una niña de 5 años. Durante mi tiempo en Austria he vivido en Graz, la segunda mayor ciudad del país (lo que se traduce en poco más de 300.000 habitantes), realizando un voluntariado en un centro de arte contemporáneo llamado < rotor >.
Si bien este programa de la Unión Europea, el SVE, lleva el concepto de voluntariado en su nombre y en su espíritu, es cierto que en muchos casos, incluido el mío, el programa se asemeja más a una formación a la vieja usanza, en la que se trabaja a cambio de aprender un oficio y recibir una casa, seguro médico y algo de dinero cada mes. En mi caso, este tipo de acercamiento más práctico a lo que realmente significa trabajar en el ámbito del arte era justo lo que estaba buscando, ya que acababa de terminar el grado en Historia del Arte y quería adquirir un poco más de experiencia sobre el terreno para saber qué campo dentro de la Historia del Arte me gustaba más y, por tanto, qué máster debía realizar a continuación.
A lo largo de este voluntariado en un centro de arte he hecho un poco de todo en < rotor >: he pasado mucho tiempo enviando emails a artistas e instituciones, me he asegurado de que todo cuadraba en el calendario de llegadas y salidas de artistas con motivo de las inauguraciones, he estado en las reuniones en las que se decidía qué obras se iban a mostrar en las exposiciones y he ayudado a montar y desmontar las exposiciones en sí (pintar paredes, colocar cuadros, embalar mesas y sillas para enviarlos a mil sitios diferentes). Todo esto y mucho más, una infinidad de pequeñas tareas más que, por insignificantes que a veces pudieran parecer, eran parte del engranaje que mantenía el funcionamiento diario del centro. Ha habido momentos muy divertidos, otros muy aburridos (de nuevo, ¿cuántos emails habré escrito y enviado en este año?), he acabado siendo amiga de algunos de los visitantes a los que les he mostrado el centro y también he mejorado mi capacidad de decir “no” diplomáticamente.
Mi tiempo en < rotor > no ha supuesto una cantidad de trabajo exageradamente alta, pero ése es precisamente uno de los puntos en torno a los que gira el SVE. A veces es frustrante sentir que una podría aportar mucho más de lo que realmente se le permite, pero con el paso del tiempo la responsabilidad de las tareas, por un lado, se incrementa y, por el otro lado, una crea su propia vida más allá del trabajo, buscando objetivos más personales que alcanzar. Para mí el SVE ha sido principalmente eso: una pausa-no pausa de un año para que, al mismo tiempo que aprendo alemán, cómo funciona un centro de arte, la historia y cultura del país y del este de Europa del que Austria es una puerta de entrada, pueda pararme a pensar qué es lo que realmente quiero hacer a continuación y cuál es el mejor camino para ello.
Por eso creo que el SVE es muy recomendable en sí mismo como experiencia vital, como también lo son las becas Erasmus o, en general, el pasar una temporada fuera de casa. Antes de meterse a un máster sólo por seguir los pasos que tenemos marcados o incluso antes de meterse a una carrera porque es lo que naturalmente se hace después de terminar el instituto, un SVE puede ser muy útil para aclarar nuestras ideas, o incluso para darnos cuenta de que las certezas que teníamos en mente son sólo el resultado de una visión limitada de las posibilidades reales que nos aguardan ahí fuera. Yo, por ejemplo, después de mi SVE voy a intentar un nuevo camino más allá de la Historia del Arte teniendo la seguridad de que, si en la siguiente rotonda decido tomar la carretera de vuelta, voy a tener un mejor currículo, más conocimientos y mejores posibilidades para encontrar el trabajo que quiero dentro del campo de la Historia del Arte gracias a mi tiempo en < rotor >.
Ana ha vivido una experiencia única durante su voluntariado en un centro de arte en Austria. Si tienes entre 18 y 30 años, tú también puedes realizar un voluntariado con gastos pagados gracias al Cuerpo Europeo de Solidaridad.
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