Éste mes ha sido más tranquilito en cuanto a actividades dentro del voluntariado europeo en Letonia que estoy desarrollando. Pero no ello quiere decir que haya estado exento de responsabilidades. Bien, de entre todas las actividades destacadas podría decir una autopropuesta que fue la de escribir sobre uno de los lugares que son cuna del pueblo letón: Sigulda. Sigulda es una ciudad (en estándares españoles sería una ciudad muy, muy pequeña, pues tiene 11000 habitantes nada más…pero eso ya es ciudad grande para los estándares letones) repleta de historia, con 3 castillos medievales en sus lindes.
El tiempo era frío y nevado…como ha sido desde la última vez que escribí casi todos los días. Hasta la semana pasada, donde la nieve ahora cae como el agua del Guadarrama, unas veces sí otras no. Bien, pero pese al frío un servidor y varios amigos voluntarios no se retractaron a visitar estos tres castillos y por mi parte a escribir sobre la importancia de ellos y sus orígenes dentro de la, digamos, cristianización y “medievalización” de Letonia por parte del Arzobispo Alberto (un clérigo alemán con ganas de viajar) en el siglo XIII, cambiando la sociedad tribal que por aquel entonces regía a algo más, pues como he dicho, medieval.
El Castillo de Turaida. Quizás el castillo más característico y estable que hay. Pero en fin, fue un buen viaje, Sigulda es una bonita ciudad rodeada de bosque natural, lindando con uno de los parques naturales más bonito del país: el Parque Natural de Gauja.
¡Con cueva incluida! Aunque minúscula, claro está. Y bueno, tras ello conocimos otros voluntarios más que habían permanecido en Sigulda por casi un año (estaban acabando su voluntariado). Fue un encuentro ideal, pues ya de ahí fuimos a tomar unos tés y pastas para entrar en calor, que lo necesitábamos.
Frío pero al fin y al cabo merece la pena.
Y, bueno, también estuvo un maravilloso evento que fue el del carnaval…pero dado a que terminé un poco descoordinado del todo (digámoslo así) prefiero no hablar de ello. Ahora bien, pasarlo, lo pase muy bien.
Escrito por Andrés Rodríguez Viguera, voluntario SVE en Letonia
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