Hace un año y medio estaba a punto de terminar mi Erasmus + en Francia y no tenía muy claro qué iba a hacer después. Un voluntariado Dinamarca. Mi hermana mayor había hecho un voluntariado europeo en Macedonia y desde entonces estaba interesada en este programa. Sin embargo había mandado muchas solicitudes y después de pocas respuestas me preparaba para volver a España. Y justo en el momento en el que decidí que quería volver me llamaron desde Dinamarca. Hice una entrevista por Skype y en seguida me enamoré del proyecto. Para mí era una oportunidad estupenda de conocer otra cultura y otra forma de enseñanza. Y es que en España no hay nada parecido a las Efterskole danesas.

Mi proyecto consiste en ser profesora auxiliar en español e historia y encargarme de alumnos extranjeros que visitan mi colegio durante un mes (organizando actividades, viajes, etc.). Pero es mucho más que eso.

Las Efterskole son un tipo de escuelas muy especiales. No siguen el programa oficial del estado y tienen muchas asignaturas increíbles (vela, montar a caballo, surf, alfarería, etc.). Algunas Efterskoles se especializan en un tema en concreto (música, arte, deportes, etc.) y otras como la mía hacen un poco de todo.

Estaba concienciada para el frío y la nieve pero ni una cosa ni la otra. También es cierto que este año ha sido especialmente bueno en Dinamarca.

He podido descubrir de primera mano la hospitalidad danesa y el verdadero sentido de la palabra «hygge». Y es que aquí la gente es más maja que las pesetas. Esperaba encontrarme con gente seria y fría pero todo lo contrario. Los daneses son muy cercanos y curisosos. En cuanto saben que soy española me preguntan mil cosas. Y algo que me ha quedado claro es que toda Dinamarca ha estado en Mallorca.

En Ranum Efterskole viven alrededor de 450 alumnos en tres casas diferentes. Algunos estudian en el sistema Cambridge y otros siguen la sección danesa que es mucho más relajada. Para muchos de mis alumnos este año es algo así como un año sabático en el que plantearse qué quieren hacer. Una de mis cosas preferidas aquí es la relación alumno-profesor. Es una relación muy cercana, muchas veces una sincera amistad. Y es normal que alumnos quieran hablar conmigo, contarme sus problemas o aquello que les preocupa. Y sin embargo al entrar en clase saben cuál es la diferencia y entienden que fuera eres su amigo pero que dentro de clase eres su profesor.

Me ha sorprendido gratamente lo mucho que les gusta aprender español, aunque sean unas palabras sueltas. Muchos de mis alumnos me llaman «Isa qué tal», por que cuando los veo por los pasillos siempre les digo, «hola, qué tal?». Y lo bueno es que todos saben responder ahora, «muy bien, y tú?» «un poco cansado», etc.

Además he tenido la oportunidad de hacer dos viajes increíbles con el colegio a Perú y a Grecia. No menos importantes han sido los viajes que hemos hecho dentro de Dinamarca, que me han permitido conocer a fondo este país y esta cultura que me gusta tanto.

Llegue a Dinamarca sin ninguna expectativa, y once meses después no puedo creerme todas las cosas que he hecho y lo rápido que ha pasado el tiempo.

Y he de decir que he sido muy afortunada, porque además de trabajar con profesores estupendos y alumnos geniales, he compartido esta experiencia con Elodie, una voluntaria europea francesa que ya es como mi hermana.

Vivir aquí me ha enseñado innumerables cosas, cada día es una aventura en este colegio. Un día llegas pensando que vais a hacer una actividad como pintar una pared y de repente estás en una tirolina en el medio del bosque. Y todavía no entiendes muy bien por qué (eso es lo que me acaba de pasar hoy).

Ha sido un proyecto emocionante que me ha permitido conocer a gente joven de todo el mundo y con el que he disfrutado cada día. Qué más se puede pedir?

Escrito por Isabel, que desarrolló un voluntariado Dinamarca 2017-2018.

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