Me llamo Antonella, y hace aproximadamente un año,viví una de las mayores aventuras de mi vida, y decidí irme de voluntariado a Bolu, Turquía.
Una ciudad pequeña de unos 180.000 habitantes ubicada entre Ankara y Estambul.
Mi experiencia duró unos dos meses y fue en una organización juvenil deportiva en la que como voluntaria, daba soporte a diferentes monitores de las diferentes disciplinas. En mi caso fue voleibol y danza.
Además de esto, también impartía Speaking Clubs en español y en inglés, con alumnos de diferentes rangos de edades, y en diferentes asociaciones.
Fue increíble la cercanía que sentí con todos los «alumnos», y lo pongo entre comillas, porque con muchos de ellos establecí relación fuera de las clases, ya que normalmente coincidimos en edades. Normalmente por las mañanas era cuando iba a Volei, y me lo pasaba genial intentando comunicarme, dándome a conocer y ayudando a que ellos también lo pudieran hacer conmigo con niños de 13-18 años, y he de decir que la profesora que daba esas clases, esa persona me abrió literalmente las puertas de su casa, para conocer a su madre, y poder disfrutar de un hermoso desayuno típico turco, a día de hoy sigo teniendo relación y realmente para mi es muy gratificante poder seguir compartiendo tu vida, una vez fuera de Turquía, con esa gente, pero de forma virtual, porque deseo y espero poder volver algún día, y seguir compartiendo infinidad de cosas con esas personas que me hicieron sentir como en casa.
Había días que eran más agradables que otros, me vi en circunstancias en las que quizás no estaba acostumbrada, ya que lo de impartir clases, no era mi mundo, y consideraba que no tenía conocimiento para llevarlo a cabo. Pero al final supe bajar esas exigencias, impuestas por mí, y disfrutar del proceso, dejándose ayudar por otros compañeros, y aprendiendo técnicas y juegos que fueron muy útiles y que desconocía.
Al fin y al cabo supongo que se trata de eso, de poder llevar un perfil concreto, de otra nacionalidad, de ciertos valores, a un sitio donde lo que vayas a vivir sea desconocido, porque al final todos somos humanos,y unos aprendemos de otros y viceversa. Y dejamos de hablar desde un punto de vista más inconsciente, y empezamos a hablar con propiedad, sin juzgar, viendo, empatizando, y escuchando lo que los demás tienen para enseñarnos. Agradecida se queda corto para expresar, lo que fue y será una de las mejores experiencias de mi vida. Fiel seguidora de que se siga apoyando estas causas y organizaciones, donde la finalidad es compartida, y el objetivo es concienciarnos y humanizarnos un poquito más.
Gracias a esto, y otras muchas más cosas, llevo un pedacito de Turquía en mi corazón.