Mi nombre es Astrid Jiménez, y este año tuve la oportunidad y el placer de participar en un
proyecto de voluntariado en Orbec, Francia a través del Cuerpo Europeo de Solidaridad.
Trabajé con niños y adolescentes de 3 a 15 años. Desde el inicio, mi objetivo era contribuir
al desarrollo de los niños, apoyarlos en sus aprendizajes y enriquecer mi perspectiva
personal al convivir con una cultura distinta a la mía. Esta experiencia resultó ser tan
enriquecedora como desafiante, y me ofreció la oportunidad de crecer a nivel personal y
profesional.
Siento que para poder expresar bien el proceso vivido he de describir primero como era el
pequeño pero maravilloso pueblo en el que vivía Orbec, es pequeño y encantador
conocido por sus paisajes verdes y sus calles al más auténtico estilo normando que se
conservan aún después de los ataques de la II Guerra Mundial . Aunque es una comunidad
pequeña de poco más de 2000 habitantes, la calidez y amabilidad de sus habitantes me
hicieron sentir bienvenida desde el primer día, especialmente el maravilloso acogimiento de
la asociación de jubilados “Comité des jumelages Orbec La Vespière-Friardel” que me
hicieron parte de ellos desde el momento uno y me incluyeron en todas las actividades y
viajes dándome la oportunidad de conocer y aportar tanto sobre la cultura francesa como la
española. La asociación con la que colaboré fue el departamento de Calvados, la cual coordina
distintos proyectos relacionados con la infancia y la juventud en la región. Ellas me
brindaron orientación, soporte, y sobre todo y por lo que más estoy agradecida es el cariño
y confianza en mis proyectos desde el primer momento. He de remarcar el amor y buenas
energías que siempre ha habido en el departamento las cuales han sabido transmitir a
todas y cada una de las voluntarias.
El objetivo principal de mi trabajo era mostrar a los niños y adolescentes otra cultura; en
este caso la española. Mostrar nuestras costumbres, creencias, tradiciones, idioma y estilo
de vida. Con diferentes actividades tuve la oportunidad de enfocarme en fomentar la
inclusión cultural y el entendimiento entre diferentes tradiciones y lenguas.
Cada día comenzaba organizando actividades, manualidades y/o juegos para aprender
sobre la cultura española y europea. Organizamos talleres de manualidades, sesiones de
aprendizaje y juegos al aire libre. Para mí, uno de los momentos más especiales fue poder
enseñarles la diversidad que hay en Europa; mostrar cómo aun teniendo diferentes culturas,
idiomas… todos tenemos algo en común y es el ser europeo.
Al principio, la barrera del idioma fue un reto, especialmente con los niños más pequeños,
quienes a veces se frustraban si no nos entendíamos. Para superarlo, busqué el apoyo de
compañeros los cuales se ofrecieron a ayudarme dándome clases para mejorar el idioma y
aparte recurrí a la comunicación no verbal para expresarse con los más pequeños. Con el
tiempo, aprendí frases clave en francés y usé dibujos y gestos para comunicarme mejor, lo
que me enseñó a ser paciente y a adaptarme.
A lo largo del proyecto, pude ver cómo los niños se abrían más conmigo mostrándose cada
vez más curiosos e interesados en aprender cosas nuevas, como me contaban sus alegrías, logros, problemas y penas buscando en mí un apoyo de amiga. Sin ninguna duda
es lo que más llevo en el corazón, el amor recibido. Un amor puro, sin maldad, que recibí en
los 8 meses que estuve allí y el cual a día de hoy sigo recibiendo a través de mensajes y
buenos deseos. Fue gratificante sentir que mi aporte dejaba una huella positiva en alguien.
Sin duda esta experiencia me hizo crecer como persona, a una persona más trabajadora,
empática,paciente, optimista… Este voluntariado me enseñó muchísimo sobre la
importancia de la educación en los primeros años de vida, ya que pude ver de primera
mano cómo los niños absorben valores y conocimientos en cada actividad y relación que
establecen, la importancia de las buenas palabras, del tacto, de la paciencia y del amor. Ya
que todo lo que das se devuelve.
También fue una lección sobre la capacidad de adaptación y flexibilidad al estar en una
cultura nueva, el aprendizaje de la soledad y cómo trabajar con ella, la nostalgia de las
cosas vividas pero la alegría de las que están por llegar, la falta de los seres queridos pero
el descubrimiento de nuevos que consideraras familia. Una lección de vida que te llevarás
para siempre.
Aprendí a trabajar en equipo y a comunicarme mejor, especialmente en contextos
multiculturales. La paciencia, la empatía y la habilidad para resolver problemas fueron
claves en esta experiencia.
Uno de los retos más significativos fue dejar de lado mis expectativas y abrirme
completamente a la experiencia, permitiéndome aprender de cada situación y desafío que
surgía. Reflexioné mucho sobre la importancia de la educación y del rol que todos podemos
tener en el desarrollo de una comunidad más inclusiva, tolerante,pacífica y abierta.
El voluntariado en Orbec fue una experiencia inolvidable que me permitió crecer, conocerme
mejor y ver de cerca el impacto que un pequeño acto de servicio puede tener en la vida de
otros. Me enseñó el amor más puro que hay, un amor sin maldad, sin prejuicios y sin
obligaciones, un amor que solo puede ser experimentado cuando se está rodeado de niños. Esta experiencia también me enseñó que se puede formar una familia fuera de casa y que
aun estando a kilómetros de distancia el amor y el cariño siguen intactos.
Me gustaría mencionar especialmente a las otras voluntarias, las cuales se convirtieron en
grandes amigas y confidentes, con las que compartí alegrías y penas, logros y fallos y las
cuales hicieron de esta experiencia un recuerdo inolvidable.
Recomendaría esta experiencia a cualquier persona que esté interesada en hacer una
diferencia y que desee experimentar el valor de la solidaridad y la colaboración
internacional. Para aquellas personas que aún no han encontrado ese sentimiento que
llevan toda un vida buscando; solo puedo decir hacerlo, la vida es una y esta experiencia es
para siempre, no hay errores que se cometan solo aprendizajes.
Estoy segura de que esta vivencia influirá en mi futuro profesional y personal,
recordándome siempre la importancia de la empatía y el compromiso social. La importancia de ser parte de algo tan importante como es la Unión Europea, las miles de
ventajas que tenemos por ser parte de ella y como siempre siempre podemos ayudar a
crear una mejor sociedad.
Solo me queda dar las gracias, a todos y todas aquellas personas que fueron parte de esta
vivencia. Gracias por darme uno de los mayores recuerdos de mi vida que llevaré conmigo
hasta el final de los días.