Mi experiencia en el cuerpo europeo de solidaridad se ha llevado a cabo en la ciudad de Pécs, una ciudad en el sur de Hungría. He estado como voluntaria en la escuela de Educación Primaria Mandulafa Waldorf durante 10 meses desde septiembre hasta junio.
Mi trabajo en la escuela consistía en participar en las lecciones de español junto a la profesora de esta asignatura motivando a que los niños utilicen esta lengua de forma activa. También ayudaba en la hora del almuerzo en el comedor de la escuela y participé en las actividades de la tarde con los niños: jugando, hablando con ellos, organizando juegos, etc. También participaba en cualquier actividad de la escuela como excursiones al bosque, fiestas escolares, actividades deportivas, celebraciones, actuaciones de teatro, etc.
Durante la primavera, debido a las restricciones que se impusieron en Hungría frente al Covid, la escuela se cerró durante un mes y medio. Durante ese mes, junto a los otros dos voluntarios, decidimos hacer un canal de youtube y un perfil en Instagram para que los niños aprendiesen español durante ese confinamiento. Hicimos videos de cocinando comida española que entre los niños de la escuela tuvo bastante éxito. Muchos de ellos, después de ver nuestros videos, cocinaron y prepararon esos platos en sus casas. La verdad que fue muy enriquecedor para nosotros ver que les gustaban tanto nuestros videos y que aprendían un poquito de español gracias a ellos.
La verdad que esta experiencia ha sido increíble y todas las palabras para explicarla se quedan muy cortas. Desde el primer momento mi asociación me acogió muy bien en la nueva ciudad, ayudándome en cualquier cosa que necesitase. La primera semana hicimos tour por la ciudad, fuimos a un concierto de música clásica con mi mentora, nos enseñaron los mejores bares y restaurantes… Después de esta semana empezó mi trabajo en el colegio y todos los miembros de este me acogieron en él como si fuese parte de sus familias. Varios profesores nos invitaron a sus casas a comer y a cenar y también fuimos a tomar algo con alguno de los padres y las madres del colegio. La bienvenida a la ciudad fue inmejorable.
Durante todo el año me he sentido como en casa en el colegio. Al principio era un poco difícil poder comunicarme con los niños debido a que el nivel de español era básico. Pero, gracias al lenguaje corporal y las ganas de comunicarse que tenían, tanto ellos como yo, poco a poco fuimos cogiendo confianza y aunque fuese sin palabras llegamos a poder comunicarnos perfectamente. Ellos también han ido mejorando el español poco a poco gracias a la motivación que tenían por poder hablar conmigo. Y, la verdad, es que yo también he aprendido bastante
húngaro gracias a ellos. Algo que en las primeras semanas se me hacía imposible de imaginar: poder aprenderme algo más allá del “szia” y “köszönöm”.
Fuera del trabajo he conocido también muchísima gente increíble que han hecho que este año haya sido inmejorable: voluntarios de otros proyectos, hijos de compañeros de trabajo, gente de la ciudad, miembros de mi asociación de acogida… Ha sido muy especial para mí poder conocer realmente como es la cultura húngara sumergiéndome con su gente y sus costumbres. Y, esto, creo que es algo que no puedes hacer si realmente no
vives o trabajas en el país.
Esta aventura ha sido una de las mejores que he vivido en toda mi vida sin duda alguna y la verdad, que se lo recomiendo a todo el mundo. Vivir una experiencia en el que tienes que ir a trabajar, pero porque quieres y sin tener que recibir nada a cambio, porque te gusta y te hace realmente feliz estar ahí. Sin duda alguna, si pudiese volver a vivir algo así, ¡lo repetiría una y mil veces más!