Mi experiencia empieza después de perder mi trabajo por culpa de la pandemia, cuando después de unas semanas sin saber qué hacer con mi vida profesional, oí hablar de los voluntariados europeos. Después de informarme y leer todas las ofertas en el extranjero, encontré una que se adaptaba perfectamente a mi peril profesional y además, en una ciudad extraordinaria. Decidí hacer mi voluntariado en un centro cultural llamado Die Bäckerei Kulturbackstube en Innsbruck, Austria, que es la ciudad más grande del Tirol y una de las más importantes de todos los Alpes.
Cuando llegué en septiembre, todavía no sabía exactamente cuál iba a ser mi trabajo, podía estar más relacionado con la fotografía, video, organizar eventos o diseño gráfico. La primera semana, después de conocer al otro voluntario del centro cultural, un chico francés, empezamos a trabajar en un evento maravilloso, con muy buen ambiente e gente jóven y grandes artistas. En ese momento entendí que había acertado al decidir hacer un voluntariado europeo.
El sitio en el que he trabajado como voluntario este último año, es un espacio abierto a quien quiera emprender sus proyectos artísticos, es un lugar sin ánimo de lucro y con una organización no jerárquica, lo que significa que tanto voluntarios como trabajadores, tenemos la misma importancia a la hora de tomar decisiones. Este centro cultural tiene un espacio de co-working, seminarios donde se dan clases a refugiados, una zona de bar y algunos servicios más. Pero por lo que destaca este lugar es por sus eventos, conciertos, workshops, charlas, poesía, entre otras cosas. Desafortunadamente en este año tan complicado no he tenido la oportunidad de ver el lugar en su máximo esplendor, ya que hemos estado cerrados algunos meses.
Como toda experiencia, también tiene sus partes negativas. Durante estos meses cerrados no he tenido falta de trabajo ya que como diseñador gráfico siempre se pueden mejorar cosas, hacer cursillos o crear pósters para el centro cultual. Pero la parte negativa viene con la experiéncia con los compañeros. Al ser una organización horizontal, cuando algún trabajador ve que se esfuerza más que otro, se crea mal ambiente muy fácilmente, y nadie puede llamar la atención a nadie. Esto me ha traído varios casos de ansiedad y ganas de dejar el proyecto. Por suerte, des de la organización de acogida InfoEck, recibí apoyo emocional y motivación para seguir adelante. Al terminar el confinamiento, la realción entre trabajadores, ya dañada, empezó a mejorar, aunque están planteando un cambió en la organización para arreglar sus diferencias.
Como me quiero centrar en lo positivo de la experiencia, tengo que decir que este año me ha aportado mucho profesionalmente, ya que mi porfolio se ha visto mejorado tanto en la parte de diseño, ilustración como la parte audiovisual. Como persona también he crecido ya que vivir a veces aislado por causa de la pandemia, lejos de casa, no es fácil. Por suerte esta experiencia permite conocer a mucha gente que sin duda guardaré en mi memoria toda mi vida.
Quiero agradecer a las organizaciones de envío y acogida por su ayuda siempre que la he necesitado, y sobre todo, quiero animar a toda esa gente que se encuentre en un momento difícil laboralmente a tomar la misma decisión que tomé yo.