Hola, mi nombre es Henry y he estado como voluntario 10 meses en Wroclaw, Polonia, en una guardería con niños de entre 5 y 6 años.
Creo que mi experiencia ha sido un poco diferente a la de los demás voluntarios y me gustaría compartirlo por aquí. Al inicio del proyecto me sentía casi como en casa, ya que el ambiente y la gente que me rodeaba me gustaba bastante y hacían que las cosas fueran muy fáciles. Estaba motivado y con muchas ganas de enseñar y aprender. Ahora lo pienso y creo que es normal cuando empiezas algo nuevo. Sin embargo, las cosas no son tan fáciles como uno se piensa y sinceramente después de un par de meses, el proyecto comenzó a ser una auténtica montaña rusa, especialmente emocional. La causa de esto fue una agresión en la calle. Fueron unos meses bastante difíciles después de aquello pues tuve que lidiar con muchas emociones que no conocía, así como la ansiedad y el miedo.
Este evento me afectó en todos los niveles de mi vida y cambió mi percepción de la ciudad y gente de Polonia de una forma negativa. No obstante, y ahora que ha pasado un tiempo de aquel evento puedo ver las cosas un poco más claras. Con esto quiero decir que puedo sacar un lado negativo y otro positivo; el lado negativo es que quizá me he vuelto más inseguro de lo que era antes y también esa curiosidad por conocer cosas nuevas me ha sido arrebatada (por el miedo supongo); por otro lado, tengo que decir que esto también me ha ayudado a conocer mis debilidades y ver emociones que no había experimentado con tanta intensidad. A veces me siento muy frágil emocionalmente,
pero creo que si trabajo en mí mismo conseguiré ser más fuerte y seguro.
A pesar de esto puse de mi parte y con ayuda de personas cercanas pude salir adelante. No quería quedarme en casa y uno de mis objetivos era viajar ya fuese por el país u otros países cercanos. Para lo segundo, la pandemia lo puso muy complicado y en parte estoy contento porque pude viajar bastante por Polonia. La verdad es que una de las cosas que más me sorprendió fue que la gente era mucho más amable en los pueblos que en las ciudades. Lo digo porque creo que después de haber estado casi un año, la cortesía, es uno de los puntos débiles de los polacos. Obviamente lo digo desde una perspectiva subjetiva y todo sabiendo que sufrí una agresión. Entonces, cabe la posibilidad de que mi percepción se viera distorsionada por aquel evento.
No obstante, no fueron todo cosas malas. La comida fue una de las cosas que más me gustaba porque me recordaba a mi infancia. Pero hubo dos cosas que las recordaré siempre y echaré de menos: la cerveza y la tarta de banana (lo vendían en el barrio donde vivía). La cerveza porque nunca había visto una gran variedad lo cual me sorprendió y la tarta porque simplemente me parecía deliciosa. Igualmente me gustaba que la gente tuviera varios nombres, me explico, el polaco tiene declinaciones por lo que los nombres de las personas se declinan y es algo que me pareció muy curioso. Creo recordar que mi nombre era algo como: Henriego, Heniú y otros dos más que no me acuerdo. Por otra parte, disfruté de la nieve y especialmente en una de las montañas más famosas de Polonia, Zakopane. Fue un viaje muy emocionante dado que me encanta la naturaleza y hacer deporte en ella.
En cuanto a la lengua polaca, honestamente nunca me atrajo y por este motivo no la estudié. A día de hoy solo sé cosas básicas que las aprendí durante el curso y contacto diario con los niños, pero nunca me resultó atractivo. Siempre he considerado que para querer aprender una lengua tienes que enamorarte de la cultura del país. En caso contrato se vuelve tedioso. Sin embargo, tuve la oportunidad de mejorar dos lenguas; la italiana porque me sentía más confiado a la hora de expresarme; y la inglesa porque no había otra forma de comunicarme con los polacos. Entonces esta última fue por necesidad, pero aún así no me resultaba tan aburrido como el polaco. Igualmente pude
conocer personas de otros países y por tanto otros valores culturales.
En cuanto al kindergarten, tenía muchas expectativas al inicio del proyecto, pero me di en cuenta que era complicado llevarlo a cabo si no insistía o era proactivo. Muchas veces me sentía desmotivado y aburrido porque no tenía un papel destacado en el centro. El problema era que no había interés por parte de las personas que trabajaban allí. Sabía que la lengua al final era un desafío, pero creo que el interés fue algo que no hubo en el lugar donde trabajé. Aunque tengo que decir que esta experiencia la compartí con otros voluntarios y estaban y están en la misma situación. Al final es una pena dado que perdemos un año de nuestras vidas.
En definitiva, siento que he aprendido cosas, pero no tantas como hubiera querido. Intentaré quedarme con lo bueno y aprender de lo malo.