Participar en el proyecto “Ano! Pro Mezigenerační Dialog” en la ciudad de Plzeň,
República Checa, ha sido una de las experiencias más enriquecedoras que he tenido a nivel personal, cultural y profesional. El objetivo central del proyecto, basado en el fomento del diálogo intergeneracional y el fortalecimiento de las competencias sociales, lingüísticas y cívicas, me permitió vivir un proceso de aprendizaje constante tanto dentro como fuera de las actividades programadas. Desde el primer día me sentí acogida por el equipo de trabajo, las personas voluntarias y los propios participantes, en su mayoría personas mayores. La dinámica de intercambiar experiencias entre generaciones fue fundamental para comprender que el aprendizaje no es un proceso unidireccional, sino que tanto jóvenes como adultos mayores tienen mucho que compartir. En este sentido, pude aportar mi energía, mis conocimientos de idiomas y mi interés cultural, al mismo tiempo que recibí de ellos consejos de vida, historias personales y una mirada distinta del mundo. En cuanto a mis tareas semanales, mi semana estaba organizada en diferentes bloques de actividades que combinaban lo educativo, lo cultural y lo recreativo. Los lunes por la mañana participaba en clases de baile organizadas por la asociación ADETO, donde la música y el movimiento se convertían en una herramienta para crear vínculos con las personas mayores. Aquí hicimos bailes como Flamenco, Mambo Italiano, Swing… Por la tarde acompañaba al grupo de caminata nórdica, una actividad saludable que además fomentaba las charlas espontáneas y el contacto con la naturaleza. Los martes comenzaba con clases de checo, lo cual representó un gran reto personal, ya que el idioma requiere paciencia y práctica constante. Más tarde, por la tarde, colaboraba como ayudante en clases de inglés en la escuela Koventinka. Esta experiencia me permitió trabajar con niños y desarrollar mis capacidades pedagógicas y de comunicación, aprendiendo a adaptar los contenidos a diferentes edades y niveles de aprendizaje. Los miércoles dedicábamos la mañana a actividades de repostería, que siempre resultaban momentos muy agradables porque implicaban tanto la preparación de recetas como la conversación mientras cocinábamos. Posteriormente, tenía sesiones de conversación en inglés con adultos mayores, un espacio en el que no solo practicábamos el idioma, sino que también compartíamos historias, culturas y anécdotas de vida que enriquecían nuestras charlas. Los jueves el día estaba enfocado principalmente en las lenguas. En un primer bloque realizábamos conversaciones en inglés con mayores y, más adelante, otro espacio de conversación en español. Este intercambio lingüístico fue especialmente valioso porque me permitió transmitir mi idioma materno y mi cultura, a la vez que reforzaba mis propias competencias comunicativas y generaba un ambiente de confianza y aprendizaje mutuo. Finalmente, los viernes asistía nuevamente a clases de checo y, además, cada cierto tiempo participaba en actividades especiales como el language café, la redacción de entradas para el blog, la grabación de videos para YouTube o la colaboración como voluntaria en festivales locales. Estas actividades complementarias me hicieron sentir parte activa de la comunidad, me brindaron nuevas experiencias y me enseñaron a trabajar en entornos variados, reforzando así el espíritu del proyecto. Respecto a los aprendizaje y logros, el proyecto me ayudó a mejorar notablemente mis competencias interculturales, ya que conviví con personas de distintas edades, procedencias y contextos. Aprendí a ser más flexible y paciente, a escuchar con atención y a valorar la diversidad como una fuente de riqueza. En el plano lingüístico, mi nivel de inglés mejoró gracias a la práctica constante en las sesiones con los mayores y con mi compañera, mientras que el aprendizaje del checo me abrió una ventana a la cultura local y me permitió integrarme mejor en la vida cotidiana. También adquirí experiencia en la enseñanza de idiomas, un área en la que nunca había trabajado formalmente, pero que descubrí como un espacio en el que disfruto mucho aportar y guiar. A nivel social, el contacto con personas mayores me enseñó la importancia del respeto, la empatía y la paciencia. Descubrí que las actividades más sencillas, como caminar, bailar o cocinar juntos, pueden ser profundamente significativas cuando se hacen desde el corazón y con la intención de compartir. Para terminar, formar parte del proyecto “Ano! Pro Mezigenerační Dialog” ha sido una experiencia transformadora que me permitió crecer como persona y como voluntaria. Me llevo conmigo no solo nuevas habilidades, sino también recuerdos, amistades y la certeza de que el diálogo entre generaciones es un camino valioso para construir sociedades más inclusivas, respetuosas y unidas.